Educar en la creatividad implica
partir de la idea de que ésta no se enseña de manera directa, sino que se
propicia y que para esto es necesario tomar en cuenta las siguientes
sugerencias:
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Aprender
a tolerar la ambigüedad e incertidumbre. El maestro pudiera favorecer en los
estudiantes el desarrollar una tolerancia a la ambigüedad, dándoles más espacio
en sus clases para pensar sobre una situación problemática que se les presenta
y estimulándolos a reflexionar desde el principio de la clase. También logrando
que formen parte de las reglas del grupo, un periodo de misterio ante los
trabajos y conocimientos que deben edificar.
La escuela necesita la incertidumbre para que el
alumno se lance a explorar el conocimiento que no logró construir totalmente en
el salón de clases o fuera de éste.
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Favorecer
la voluntad para superar obstáculos y perseverar. Cuando empezamos con un
proyecto innovador para la educación, debemos partir siempre de dos metas: la
primera, ser fieles a los objetivos que deseamos alcanzar; y la segunda, estar
conscientes de que para llegar a lograrla se van a presentar toda una serie de
barreras a derribar. Se elimina una y aparece otra y así sucesivamente hasta
alcanzar nuestro objetivo. Los obstáculos se convierten en oportunidades y no
en amenazas.
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Desarrollar
la confianza en sí mismo y en sus convicciones. En la escuela se debe cultivar
la confianza en sí mismo a través de indicadores que no siempre sean las buenas
notas y el pasar de grado. Otros indicadores que se debieran tomar pueden ser:
la apertura mental, la originalidad, asumir riesgos y plantearse preguntas que
en determinados momentos pongan en duda el conocimiento que se está trabajando,
entre otros.
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Propiciar
una cultura de trabajo para el desarrollo de un pensamiento creativo y
reflexivo. El maestro que desea lograr un clima donde los alumnos aprendan a
pensar y crear mejor debe trabajar duro. A veces los resultados alcanzados no
son los esperados o no son tan gratificantes en un periodo corto de tiempo,
pero hay que seguirle poniendo todo el empeño, ya que las huellas formadoras
que se dejan en los alumnos trascienden el presente y se recogen en el futuro.

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Invitar
al alumno a transcender el presente con un proyecto futuro. El maestro creativo
constantemente se anticipa a cómo va a ser la clase siguiente. Todavía no ha finalizado
la clase y él ya está viendo qué recursos pedagógicos va a emplear para que la
siguiente sea de mejor calidad. Además se acompaña de una forma optimista de
ver la vida. Esta anticipación se relaciona mucho con el disfrute por el
proceso de enseñar más que por los resultados que pueda obtener. También él
invita a sus alumnos a creer que toda idea soñada puede ser una idea posible.
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Aprender
a confiar en lo potencial y no sólo en lo real. El profesor debe confiar en las
capacidades potenciales de sus alumnos y no solamente en las reales. Debe
favorecer una enseñanza desarrolladora y colaborativa en donde lo que el alumno
puede realizar con su apoyo pueda hacerlo solo el día de mañana.
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Vencer
el temor al ridículo y a cometer errores. Debemos enseñar a nuestros alumnos a
vencer el temor al ridículo y a cometer errores, ya que esto representa romper
con reglas establecidas. En el caso del temor a cometer errores es importante
aprender a reciclar los mismos como fuente de aprendizaje. Además, evitar que
el alumno tenga miedo a equivocarse ante el maestro por razones como las
siguientes: perder su cariño, romper con la imagen de buen estudiante,
contradecir el método de aprendizaje que sigue el educador.
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La
autoridad para validar el conocimiento debe partir de un proceso social,
dialógico y cooperativo. Para esto es necesario romper con aquellas creencias
en las cuales el maestro tiene la verdad acerca del conocimiento a construir y
el alumno debe encontrarla bajo el control de este experto; donde el maestro
constantemente habla y el alumno escucha y les hace sentir en las clases que
está plenamente seguro de lo que enseña, que hay poco que descubrir e indagar
en relación con esto. Este tipo de maestro genera actitudes en los alumnos ante
el aprendizaje que se caracterizan por la inseguridad, la pasividad, la
sumisión, la dependencia, la repetitividad, la reproducción de conocimientos
más que la construcción activa del mismo.
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Las
necesidades fundamentales del alumno están relacionadas con enseñarle a pensar
creativa y reflexivamente, o sea, a pensar de manera excelente. Lo que se
requiere es un alumno imaginativo y cuestionador de las verdades que aparecen a
través de la voz del maestro o de los libros de textos y un constructor de
puentes imaginarios para que transiten las ideas invisibles para la mayoría y
en un momento determinado se hagan visibles; que analice las experiencias y
conocimientos de la realidad y los sistematice a través de su pensamiento
crítico y creativo, con la cooperación de un educador con profundos
conocimientos de grupo y de mediación.
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Es
más valioso cubrir una pequeña proporción de conocimientos a fondo que una gran
cantidad. Es más útil que el alumno obtenga un pequeño terreno del conocimiento
que una gran cantidad pero de manera superficial, y que discuta el significado
de los mismos y descubra los sentidos que pueden tener de acuerdo a su historia
y cultura.
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Convertir
las aulas en espacios para asombrarnos, experimentar e investigar. Uno de los
recursos más importantes y al alcance del educador es la capacidad de
asombrarse ante cada comentario reflexivo o creativo de sus alumnos. Para
lograr lo anterior él propicia un conocimiento lleno de sorpresas y situaciones
inesperadas. Es decir, lleva a los alumnos a disfrutar de lo inesperado y lo
incorpora dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje que está ocurriendo.
ü Construcción de las habilidades de pensamiento
creativo y crítico a trabajar en dos planos. Se parte de que todo lo aprendido
y por aprender por el alumno se le va a presentar siempre en dos planos: uno
fuera de él y el otro dentro de él .Durante la clase, el lenguaje de los otros
—en cuanto al desarrollo de la habilidad a trabajar— va a ir formando parte del
lenguaje de todos a través del diálogo que se va realizando.
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Unidad
de lo cognoscitivo y lo afectivo en cada sesión de atmósferas creativas. Cuando
se está trabajando el pensamiento creativo y reflexivo se parte siempre de que
la actividad lúdica que se esté realizando va a movilizar los recursos
afectivos e intelectuales de la persona que esté ejercitando en ese momento la
misma. Además, es importante crear un clima donde se dé un relación y un equilibrio entre lo afectivo e
intelectual, para lograr un espacio dinámico y motivante para el pensar y crear.
Todo lo anteriormente expresado
conlleva una educación en la creatividad que propicie un sistema de actividades
y comunicación donde el pensamiento reflexivo y el creativo se desarrollen a la
par de una actitud coherente.
Cada alumno que egrese de una escuela
formado con esta visión deseará que en los lugares donde llegue se manifieste
el pensar, crear, sentir, comunicar y compartir por respeto a sí mismo y a sus
semejantes.




